Una mañana tranquila y soleada Martín se levantó con su lápiz en la oreja, que siempre llevaba puesto para tomar nota y se puso sus zapatos de un color marrón oscuro. Después de beber un café desnatado cogió el lápiz que llevaba puesto en su oreja y un papel y se puso a escribir. Escribía mucho, pero nadie quería publicar sus libros.

Un rato después salió a un precioso lago llamado El Laguito que había en Jardín Florido, su pueblo. El Laguito era un lago precioso con miles de flores de todo tipo y un sauce llorón, pero parecía que nadie lo conocía porque nadie había ido nunca ahí. Cogió su abrigo de lana y abrió la puerta.

Cuando salió noto que el viento le daba dulcemente en la cara, y que el sauce llorón lo acariciaba. Se quitó los zapatos y lentamente empezó a caminar por el lago, se sumergió y empezó a nadar como un pez. Salió a la superficie y se encontró una preciosa mariposa bailando.