Se sabe que cuando los renacuajos pierden su cola se convierten en ranas y comienzan a andar por la tierra.

Un día llegó una rana al patio de la escuela y se quedó mucho tiempo. Observamos que hacía piruetas. No entendíamos por qué tantas y tan variadas. ¿Qué es lo que hacía?... ¿Es lo que veíamos? ¡No podíamos creerlo! ¡Está dibujando números en el aire! El uno, el dos, ... , el cinco...

A partir de ese día tuvimos una nueva amiga. Ella era muy especial, decidimos llamarla así: "Número". La rana. ¡Sí, así como lo escuchan "Número", la rana.

Soy Número, la rana

Antes de comenzar  la primavera mis compañeros y yo dejamos listo un hermoso jardín en el patio de la escuela con la ayuda de la maestra. Justo allí donde paseaba una nueva amiga.  Quizá le guste ese lugar y se quede a vivir con nosotros.

Plantamos flores de distintos colores en macetas junto a la pared y las ubicamos en línea cuidando que la distancia entre una y otra fuera la misma. Muchas cuentas y mediciones tuvimos que hacer para lograrlo.

Continuará...

Luego de un rato de observar descubrimos que si escuchaba nuestros gritos de sorpresa, saltaba a la derecha y de pronto... si hacíamos silencio, saltaba a la izquierda. ¿Nos estábamos comunicando con nuestra amiga? Imagínense. ¡Nunca habíamos vivido una situación como esta! Estábamos muy ansiosos por seguir experimentando qué era eso  de entenderse con una rana.