La primavera ya había empezado, y la 

mamá pata estaba nerviosa porque los 

huevos iban a empezar a romperse, y de 

pronto comenzaron a salir de ellos varios 

patitos amarillos y preciosos; pero había 

uno que tardaba en abrirse, y cuando 

finalmente lo hizo, la mamá pata se 

disgustó porque apareció un patito gris, 

con la cabeza y las patas más grandes 

que las de sus hermanos.

Todos los animales empezaron a 

llamar "feo" al pobre patito, solo por 

ser diferente a sus hermanos; y el 

pobre ya no sabía qué hacer porque 

nadie lo quería ni lo respetaban.   Ni 

siquiera lo dejaban bañarse en el 

estanque de la granja a pesar de que 

era verano y hacía mucho calor.

Entonces, una madrugada, cuando 

nadie lo veía, decidió irse de la granja 

y buscar un lugar donde sí lo quisieran 

y lo respetaran, a pesar de ser 

diferente.

El verano terminó; vino el otoño, que 

también acabó; finalmente, el 

invierno, que igualmente culminó, y 

todo ese tiempo el pobre patito estuvo 

solo, sin ningún amigo y escondido 

porque pensaba que nadie lo quería.

Finalmente, llegó la primavera y con 

ella los animales salieron de sus 

escondites y se acercaron al lago donde 

el patito se ocultaba.