Lía era una vaca como cualquier otra. Pasaba sus días comiendo pasto, descansando y siguiendo su rutina. Su vida era tranquila, pero en el fondo, sabía que le faltaba algo.

No sabía exactamente qué era, pero sentía que el éxito era lo que buscaba. Quería encontrar algo más grande, algo que la hiciera sentir viva, diferente.

Un día, mientras descansaba a la sombra, vio a un rinoceronte pasando rápidamente, sin detenerse. Iba hacia adelante. No esperaba nada, no dudaba. Iba a por lo que quería.

Entonces, Lía decidió que ella también iría por su éxito.

Lía entendió que para lograr el éxito, debía ser determinada, actuar sin miedo, confiar en sí misma y resistir cualquier obstáculo.

Primera prueba: La perseverancia 

El sol ardía sobre su lomo, y el pasto escaseaba. Sintió hambre, pero no se rindió. "Si quiero ser un rinoceronte, debo ser perseverante", pensó. 

En lugar de quedarse quieta esperando comida, avanzó hasta encontrar un nuevo alimento.

Segunda prueba: La confianza en sí misma 

Al llegar a un río caudaloso, sintió miedo. Pero recordó que los rinocerontes no dudan. "Si quiero tener éxito, debo actuar sin miedo y confiar en mí misma", se dijo. 

Sin pensarlo más, se lanzó al agua y nadó con todas sus fuerzas hasta cruzar.

Tercera prueba: La resistencia

Una tormenta de arena oscureció su camino. Lía no podía ver nada, pero no dejó que eso la detuviera. "El éxito no es fácil, debo ser resistente y seguir adelante", se recordó.

Bajó la cabeza, se cubrió los ojos y caminó sin detenerse hasta que la tormenta pasó.