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Había una vez una niña llamada Ronnie adoraba 

la Navidad. Cada año iba a contar los días hasta 

que llegó

Ronnie estaba muy emocionada y ansiosa. 

Todo sobre la Navidad estaba de lo que 

pensaba. Ella estaba poniendo las luces y 

pelotas en el árbol de Navidad, poniendo los 

calcetines, cocinando galletas de pan de 

jingibre, bebiendo chocolate caliente, vistiendo 

en suéteres feos, viendo luces brillantes de 

Navidad, y cantando canciones.

Pero la única cosa que ella amaba ser conseguir 

regalos de Santa Claus. Ella le escribió una 

carta diciendo eso:

“Por Santa, espero que estoy en la lista 

simpática. Te amo mucho. Aprecio todas las 

cosas que haces para todos los niños de todo el 

mundo . Este año por favor tome en cuenta 

para darme The Easy Bake Oven, y a lo mejor 

una bicicleta de la tienda de bicicletas y no los 

baratos de Walmart. Todos los chicos pesados 

e   inmaduras en mi clase van a tener celos de 

mí. Por favor y gracias. Con amor, Ronnie”

Era la noche antes de Navidad y por toda la 

casa, Ronnie le dejó galletas y leche a él. 

Mientras ella dormía tranquilamente, ella 

soñaba con juguetes con que le gustan jugar.

De repente, Ronnie oyó algo abajo. "¡SANTA! 

¡SANTA! ¡SANTA! ¡Él está aquí, está aquí!"

Ella tranquilamente abrió la puerta y 

comenzó a caminar a la sala que no 

podía creer sus ojos. Un hombre viejo y 

gordo en la ropa tradicional en Santa 

llevó,   llevaba una bolsa.

Emocionada, ella corrió arriba las 

escaleras para despertar a sus padres 

para dejarles que ¡Santa estaba por 

aquí! Sentada en la cama, sus padres 

finalmente se despertaron y juntos 

bajaron las escaleras. Pero ¡algo 

sorprendente había ocurrido!

¡Alguien robó todas sus regalos! Se 

enteraron que la persona en que Ronnie 

pensó fue Santa, fue ladrón . Ronnie 

comenzó a llorar porque sentía que fue 

su culpa.

Ronnie estaba tan disgustada y 

deprimida que no quería creer en Santa 

más, pero algo la mantuvo creyendo en 

él.

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