Había una vez un aventurero, de pelo castaño, alto, siempre llevaba un sombrero de color amarillo e iba en un barco pesquero.

Un día le entro la curiosidad de encontrar aquella isla misteriosa que tanto leía en el libro que compró en el puerto. Así que zarpó a primera hora de la mañana, teniendo el mapa como referencia para guiarse.

Iré a buscar esa Isla misteriosa. ¡La tengo que encontrar!

El aventurero noto algo peculiar, que la isla que buscaba no estaba en el mapa, por lo que decidió seguir sus instintos y experiencia navegando. De pronto vio que estaba adentrando a un lugar de mucha niebla. 

Encendió las luces del barco vio a lo lejos la peculiar isla que buscaba, ancló su barco e ingreso a la espesa vegetación, de pronto empezó a desaparecer la niebla.

De pronto piso en falso y por poco cae en un precipicio, logró cogerse de una rama; pero cayó dentro de un agujero, logrando salvarse por una cama de hojas que estuvo al final.

¡Ay, no! Estoy cayendo

Saliendo de aquella cueva por donde cayó, vio que se encontraba en una aldea, donde las personas eran muy peculiares, eran enanitos con gorro, como en los cuentos de hadas.

¡Ah! Dónde estoy?

Asombrados todos del aventurero, este les dijo que le ayudaran a regresar a su barco, pero le dijeron que era ya de noche y si cruzaba la cueva aparecería un monstro muy grande, de cuerno pronunciado y rojo.