Hace mucho tiempo, el pueblito de Venecia en Antioquia era conocido por su espléndido y mágico bosque. Los árboles eran altos y majestuosos, las montañas eran verdes y de gran diversidad biológica, los ríos eran limpios y cristalinos y los animales del bosque vivían en perfecta armonía con la naturaleza. 

Con el paso de los años, el pueblo creció y las industrias comenzaron a establecerse cerca del bosque. La tala de árboles para construir fábricas y la contaminación de los ríos por desechos industriales empezaron a hacer mella en el entorno. Las sombras oscuras comenzaron a cubrir el bosque, y el equilibrio natural se vio amenazado.

Los animales del bosque, incluyendo pájaros, conejitos, ardillas, morrocoyes y mariposas, estaban preocupados. Notaron que los ríos estaban sucios, las plantas se marchitaban, y muchos de ellos empezaron a enfermarse. Los árboles, antes radiantes, estaban perdiendo su luz mágica.

La sabia anciana del bosque, llamada Lola, convocó una reunión con todos los animales. Decidieron que debían hacer algo para salvar su hogar. Propusieron hablar con los humanos del pueblo para que entendieran el impacto de sus acciones en el medio ambiente.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Talía, una jovencita curiosa del pueblo, vio cómo se quemaba una maleza y preguntó a su padre: