Una historia realizada por:
- Mª Carmen Ayuso Sancho
- Alba María Casado Jiménez
- Sara López López
- Bárbara Maldonado López
- Sandra Manzaneque Madero
- María Reyes Valero Pérez

Érase una vez, en un lugar muy lejano, vivía una pareja de cromañones en un poblado llamado Kumuzulú. Juana, que así es como se llamaba la mujer de Ramón, se dedicaba al hogar. Ella preparaba ricos platos de mamut mientras su esposo cazaba valeroso y vigoroso con el resto de hombres de Kumuzulú.
Juana amaba a Ramón, por lo que un día, antes de que este llegara a casa y con ayuda de las canciones que cantaban las mujeres al ir al rio a lavar, le dio ritmo al cuerpo e hizo lo que más le gustaba a Ramón, encontrarse la casa bien limpia, una buena perola de sopa de jabalí y un gran baño de agua del lago más próximo. Juana estaba dispuesta a darle la gran noticia a Ramón como merecía la ocasión.
- Ramón: ¡Oh Juana, que cansado estoy!, toma, hoy he cazado estas liebres, ya sabes lo que tienes que hacer con ellas.
- Juana: Si mi Ramón, por cierto tengo que contarte algo, pero mejor cuando te sientes en la mesa para cenar. ¡Te he preparado tu plato favorito! ¡Sopa de jabalí!
- Ramón: Juana, Juana, no hables tanto, ¿no ves que estoy cansado?
- Juana: si, perdona Ramón.



Aquella noche, después de cenar, Juana se dispuso a anunciar la noticia.
- Juana: Ramón, ¡vamos a tener un bebé!
Y Ramón dando un salto del asiento que le hizo rebotar por toda la cueva dijo:
- Ramón: ¿Cooooooomo?, otra boca más para alimentar! ¡será posible!
- Juana: Pero Ramón¿es que no te alegras?
- Ramón: Claro, claro, ¿es que acaso no notas mi felicidad?, bueno, iré a darme un baño, ya ha sido suficiente por hoy, espero al menos que ese bebé sea un niño para que le pueda enseñar a ser fuerte e inteligente como su padre.
Y de 7 zancadas gigantescas, Ramón salió de la cueva.

Las lunas pasaron y la barriga de Juana crecía y crecía, entonces, llegó la curandera a casa.
- Curandera: Juana, los dioses lo predijeron. Será una niña.
Tal fue la alegría de Juana que se puso a girar sin parar, al contrario que Ramón, este se enfureció y mientras daba tres pisotones fuertes al suelo se escuchaba:
- Ramón: ¡No puede ser!, ¡esta curandera miente!
Las lunas continuaron pasando y Juana por fin, tuvo a su bebé. Era una niña como bien dijo la curandera.
- Juana: Se llamará Jade porque nació entre la magia de la Curandera y porque será tan dulce y bella como la flor.

Y Jade creció con amor entre los brazos de Juana y le enseño a hacer lo que toda mujer hacía; limpiar, cocinar, coser y estar siempre bella, pero a Jade le aburría todo aquello, limpiar le daba alergia, cocinando era un desastre, cosiendo se pinchaba y lo de arreglarse...bueno, no era lo suyo, pero lo que si que le gustaba realmente era cazar aquellos animales grandes y feroces porque a ella eso no le daba nada de miedo, pero había un pequeño problema, estaba totalmente prohibido que una mujer fuera a cazar. Ella debía quedarse en casa ayudando a su madre para que cuando su padre regresara, estuviera todo perfecto, aunque no creáis que Jade hacía mucho caso, cuando su padre estaba cazando y su madre limpiando. Jade aprovechaba para salir lentamente y con pasos pequeños, al Bosque Verde y, allí, observaba a los animales, jugaba con ellos.
Hacía aquellas cosas que sus padres no permitían, como escalar por las rocas más altas, para llegar a ver las aves que desde el suelo tan pequeñas se veían, hasta que un día descubrió algo nuevo que no había visto nunca antes en aquel bosque.
Cruzó un rio saltando las piedras para no mojarse, trepó uno de los árboles más grandes que había y allí, a lo lejos, vio que existía otro poblado además del suyo, así que, se dispuso a ir a conocerlo. Bajó del árbol, corrió tan rápido como sus piernas le permitían, entonces se agachó y escondió entre los matorrales, pues alguien podría verla y fue entonces cuando lo vio. Se trataba de un chico al que, aparentemente, no le hacía mucha gracia salir a cazar con su padre, ya que no paraba de llorar, entonces, en ese momento, tuve que salir corriendo o me descubrirían.

- Jade: Mamá, mamá, ¡he descubierto otro poblado más allá del Bosque Verde!
- Juana: Jade, ¡te dije que no salieras sola! y, sobre todo, ¡que no atravesaras ese bosque oscuro y peligroso!
- Jade: Pero es que mamá, yo quiero explorar, tener aventuras, cazar y divertirme como papá.
- Juana: Hija, aquí en casa haces más falta, ya sabes que esta es nuestra labor y se hace más divertida si bailas las canciones que las mujeres cantan al ir al rio a lavar. Ya lo sabes, las mujeres cuidamos el hogar mientras los hombres salen a buscar alimento.
- Jade: ¿Ah sí?, ¡pues hoy he visto en aquel poblado a un chico al que no le gustaba ir a cazar! ¡estaba llorando mamá!
- Juana: Jade, ya basta.

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Una historia realizada por:
- Mª Carmen Ayuso Sancho
- Alba María Casado Jiménez
- Sara López López
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Érase una vez, en un lugar muy lejano, vivía una pareja de cromañones en un poblado llamado Kumuzulú. Juana, que así es como se llamaba la mujer de Ramón, se dedicaba al hogar. Ella preparaba ricos platos de mamut mientras su esposo cazaba valeroso y vigoroso con el resto de hombres de Kumuzulú.
Juana amaba a Ramón, por lo que un día, antes de que este llegara a casa y con ayuda de las canciones que cantaban las mujeres al ir al rio a lavar, le dio ritmo al cuerpo e hizo lo que más le gustaba a Ramón, encontrarse la casa bien limpia, una buena perola de sopa de jabalí y un gran baño de agua del lago más próximo. Juana estaba dispuesta a darle la gran noticia a Ramón como merecía la ocasión.
- Ramón: ¡Oh Juana, que cansado estoy!, toma, hoy he cazado estas liebres, ya sabes lo que tienes que hacer con ellas.
- Juana: Si mi Ramón, por cierto tengo que contarte algo, pero mejor cuando te sientes en la mesa para cenar. ¡Te he preparado tu plato favorito! ¡Sopa de jabalí!
- Ramón: Juana, Juana, no hables tanto, ¿no ves que estoy cansado?
- Juana: si, perdona Ramón.



Aquella noche, después de cenar, Juana se dispuso a anunciar la noticia.
- Juana: Ramón, ¡vamos a tener un bebé!
Y Ramón dando un salto del asiento que le hizo rebotar por toda la cueva dijo:
- Ramón: ¿Cooooooomo?, otra boca más para alimentar! ¡será posible!
- Juana: Pero Ramón¿es que no te alegras?
- Ramón: Claro, claro, ¿es que acaso no notas mi felicidad?, bueno, iré a darme un baño, ya ha sido suficiente por hoy, espero al menos que ese bebé sea un niño para que le pueda enseñar a ser fuerte e inteligente como su padre.
Y de 7 zancadas gigantescas, Ramón salió de la cueva.

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