Lupita es una coneja muy bonita, tiene una tierna nariz roja, colita suave como el algodón y su pelaje es gris con blanco. Lupita tiene 6 años, vive en una casita en el bosque con sus papás. Ana es la mamá, tiene las orejas largas y el pelaje gris brillante; y su papá es Ricky, un conejo muy feliz que le gusta pararse en dos patas.

Son una familia muy feliz, recogen y siembran zanahorias en la huerta, juegan al escondite y leen cuentos antes de dormir.

Una mañana Lupita despertó por el ruido y gritos de sus padres, éstos estaban teniendo una acalorada discusión, nunca los había visto discutir y eso la entristecía. A la hora del desayuno nadie estaba en la mesa, así que Lupita agarró su maleta, se despidió de sus padres y se fue a la escuela.

Lupita era una conejita muy inteligente y juiciosa, pero ese día todo le salió mal en su colegio: no terminó las tareas, no prestaba atención a su maestra la señora Pata, y tampoco jugó en el descanso con su mejor amiga Susi, una bella oveja. Se la pasó pensando en sus padres y llorando.

Su maestra preocupada le dice:

-¿Qué te pasa cariño?, hoy no estás bien, lo has demostrado todo el día, ¿Ha sucedido algo que quieras contarme?

-Sí maestra, mis papitos esta mañana estaban discutiendo y nunca lo habían hecho, me siento muy triste, no sé qué les ha pasado.

-Tranquila Lupita, todos los padres pelean en algún momento, no te preocupes, seguro cuando llegues de la escuela ya van a estar mejor.

Sonó el timbre a las 12 de medio día y Lupita tenía que ir de regreso a su hogar, cuando llegó a su casa, su padre no se encontraba allí y su mamá tenía cara de tristeza. Lupita le pregunta:

-¿Qué pasa mami?

-¡Ay mi niña! He tenido una discusión muy fuerte con tu papá y desde esta mañana estoy muy disgustada con él.

-¿Y papá a dónde fue?

-No sé mi amor, salió en el coche y no ha vuelto. -La madre de Lupita seca sus lágrimas- y dice con voz entrecortada: ven, siéntate y almorcemos juntas.

Ya atardecía y Lupita no había almorzado todo su puré de zanahorias y se la había pasado toda la tarde en su habitación. De pronto escuchó un auto estacionarse, era su padre; Lupita bajó corriendo a recibirlo, él la abrazó, la cargó en sus brazos y le dio un par de besos, Lupita reía a carcajadas, estaba feliz porque su padre había vuelto. Luego le preguntó:

-¿Por qué has peleado con mamá?

Hubo un silencio y Ricky respondió:

-Son problemas de grandes, hija mía. Prometo resolver esto pronto, vamos a cenar y luego a leer un cuento.

Luego de haber cenado, leyeron varios cuentos, pero ya no estaban los tres como siempre lo solían hacer. Esta vez Ricky cargó a Lupita hasta la habitación, y leyeron los cuentos juntos, hasta que la pequeña conejita se quedó dormida.

Al día siguiente Lupita se dio cuenta que su papá no estaba y se preguntó: ¿No habría dormido allí?, ¿Luego de dejarla dormida se habría ido?, ¿En dónde estará?, ¿Ya no las quería?...

Nuevamente se dirigió al colegio después de su rutina mañanera, y tuvo otro mal día y sumado a esto se encontraba de mal humor, no quería nada y todo la molestaba, estaba frustrada, y en medio de la clase de artística le pegó a su compañerito Leo el gato, porque le tumbó su cartuchera sin culpa. 

Ese día la maestra nuevamente le preguntó:

-¿Qué pasa Lupita? ¿Mejoraron las cosas en casa? La profesora Cata, me dijo que le pegaste a Leo, tú no eres así.

Lupita respondió:

-Usted no sabe nada, me dijo que todo se iba a arreglar en casa y no fue así, mi papá no se ha quedado en casa y siguen las discusiones, no entiendo qué pasa, me dicen que son cosas de grandes y empiezo a pensar que todo esto es culpa mía.

-No mi niña, nada es culpa tuya.

A la hora de salida, Lupita llegó a casa en el autobús escolar y sus padres estaban allí, sentados en la mesa esperándola. Salió corriendo a abrazarlos, emocionada de verlos juntos y sus padres la recibieron y compartieron un tierno abrazo.

-Tenemos que hablar contigo Lupita -dijo la madre-.

-Ven, siéntate mi niña -dijo el padre-.

-Hace tiempo hemos estado mal con tu mamá, las cosas no son las mismas, hemos discutido mucho y ya no nos entendemos, nos hemos dado cuenta que te estamos afectando y eso es lo que no queremos, pues somos tus padres y te amamos muchísimo.